Frases de Mario Benedetti, amor y poesía para la vida

Mario Benedetti fue famoso por ser galardonado en el año 1999 con el premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y en el año 2005 fue premiado con el Internacional Menéndez Pelayo.

Antes de ser escritor, Benedetti realizó gran variedad de actividades para ganar su sustento. Esos oficios fueron un contacto directo con la realidad uruguaya que fue determinante a la hora de modelar su estilo y esencia de su escritura.

Su primer libro fue de poesía y estuvo como periodista en la destacada revista Número. En una década, publicó obras como Esta mañana y otros cuentos (1949), Poemas de oficina (1956), Ida y vuelta (1958) y La tregua (1960). Uno de sus poemas más importantes y reconocidos es Te quiero sin mirar atrás.

Mejores reflexiones y frases de Mario Benedetti

La incertidumbre es una margarita cuyos pétalos no se terminan jamás de deshojar.

Cuando tengo preocupaciones, miedos o una historia de amor, tengo la suerte de ser capaz de transformarlo en un poema.

En ciertos oasis el desierto es sólo un espejismo.

Yo no sé si dios existe, pero si existe, sé que no le va a molestar mi duda.

Así estamos, cada uno en su orilla, sin odiarnos, sin amarnos, ajenos.

No sé por qué, pero hoy me ha dado por extrañarte, por echar de menos tu presencia.

Es claro que lo mejor no es la caricia en sí misma, sino su continuación.

Me gusta la gente capaz de entender que el mayor error del ser humano, es intentar sacarse de la cabeza aquello que sale del corazón.

Puedes venir a reclamarte como eras. Aunque ya no seas tú.

En la razón sólo entraran las dudas que tengan llave.

Defender la alegría como una trinchera, defenderla del escándalo y la rutina, de la miseria y los miserables, de las ausencias transitorias y las definitivas.

Que te quede bien claro. Donde acaba tu boca, ahí empieza la mía.

Yo quisiera ser yo, pero un poco mejor.

Querido, nuestro matrimonio no ha sido un fracaso, sino algo mucho más horrible: un éxito malgastado.

El plan trazado es la absoluta libertad. Conocernos y ver que pasa, dejar que corra el tiempo y revisar. No hay trabas. No hay compromisos.

Usted tiene todas las condiciones para concurrir a mi felicidad, pero yo tengo muy pocas para concurrir la suya.

Los sentimientos son inocentes como las armas blancas.

Creo que la vida es un paréntesis entre dos nadas. Soy un ateo. Creo en un dios personal, el cual es la consciencia, y eso a lo que tenemos que rendir cuentas cada día.

La mariposa recordará por siempre que fue gusano.

Me aburría de mí mismo, de mi propia paciencia.

¿Qué harías en mi lugar? – En tu lugar no tendría problemas.

¿Por qué las palmas de mi mano tienen una memoria más fiel que mi memoria?

No es la eternidad pero es el instante, que, después de todo, es su único sucedáneo verdadero.

Cuántas palabras, solo para decir que no quiero parecer patético.

Ya casi es hora de que empiece a dedicarte mi insomnio.

Un pesimista es solo un optimista bien informado.

Creen en Dios solo porque ignoran que hace mucho tiempo que Dios ha dejado de creer en ellos.

Mi estilo de querer es ese, un poco reticente, reservando el máximo solo para grandes ocasiones.

Posiblemente me quisiera, vaya uno a saberlo, pero lo cierto es que tenía una habilidad especial para herirme.

Cada vez que te enamores no expliques a nadie nada, deja que el amor te invada sin entrar en pormenores.

La perfección es una pulida corrección de errores.

Y para estar total, completa, absolutamente enamorado, hay que tener plena conciencia de que uno también es querido, que uno también inspira amor.

Te espero cuando la noche se haga día, suspiros de esperanzas ya perdidas. No creo que vengas, lo sé.

Todos queremos lo que no se puede, somos fanáticos de lo prohibido.

Necesito no caer en el remoto riesgo de necesitarte.

Hay pocas cosas tan ensordecedoras como el silencio.

Que alguien te haga sentir cosas sin ponerte un dedo encima, eso es admirable.

Quizá eso nos haya unido. Tal vez unido no sea la palabra más apropiada. Me refiero al odio implacable que cada uno de nosotros siente por su propio rostro.

Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas de pronto cambiaron todas las preguntas.

La verdadera división de las clases sociales habría que hacerla teniendo en cuenta la hora en que cada uno se tira de la cama.

Cinco minutos son suficientes para vivir una vida entera, así de relativo es el tiempo.

Padecen la más horrible variante de la soledad: la soledad del que ni siquiera se tiene a sí mismo.

Ella no decía nada. Le gustaba que él le dijera cosas, pero ella callaba. Solo sus manos y sus ojos hablaban y eso bastaba.

No me tientes, que si nos tentamos no nos podremos olvidar.

Me gusta el viento, no sé por qué, pero cuando camino contra el viento parece que me borra cosas. Quiero decir: cosas que quiero borrar.

Que el mundo y yo te queremos de veras, pero yo siempre un poquito más que el mundo.

La seguridad de saberme capaz para algo mejor, me puso en las manos la postergación, que al fin de cuentas es un arma terrible y suicida.

También siento un leve resquemor frente a lo cursi, y a mí lo cursi me parece justamente eso: andar siempre con el corazón en la mano.

Lo que uno quiere de verdad, es lo que está hecho para uno; entonces hay que tomarlo, o intentar. En eso se te puede ir la vida, pero es una vida mucho mejor.

Hay pocas cosas tan ensordecedoras como el silencio.

Más que besarla, más que acostarnos juntos, más que ninguna otra cosa, ella me daba la mano y eso era amor.

Te he dejado pensando en muchas cosas, pero ojalá pienses un poco en mí.

En realidad, sólo existe la dirección que tomamos, lo que puede haber sido ya no vale.

Sin embargo todavía dudo de esta buena suerte, porque el cielo de tenerte me parece fantasía.

Un río de tristeza circula por mis venas, pero me he olvidado de llorar.

Yo amo, tú amas, él ama, nosotros amamos, vosotros amáis, ellos aman. Ojalá no fuese conjugación sino realidad.

Todas las noches me torturo pensando en ti.

Cuando el infierno son los otros, el paraíso no es uno mismo.

Me explicaron que era una cordial invitación a que me fuera de inmediato.

Melancolía: manera romántica de estar triste.

Más que sus ojos, su mirada. Miraba como queriendo decir algo y no diciéndolo.

Una confesión: la soledad ha dejado de herirme.

En este mundo tan codificado con internet y otras navegaciones, yo sigo prefiriendo el viejo beso artesanal que desde siempre comunica tanto.

Se oyen pasos de alguien que no llegan nunca.

No hay que prometer nada porque las promesas son horribles ataduras, y cuando uno se siente amarrado, tiende a liberarse, eso es fatal.

Honestidad, ven a mí y aunque quieras no dejaré que me abandones.

No sé tu nombre, sólo sé la mirada con que me lo dices.

Un abogado con cartera puede robar más que mil hombres armados.

Usted no sabe cómo yo valoro su sencillo coraje de quererme.

Es curioso cómo a veces se puede llegar a ser tan inocentemente cruel.

Si uno conociera lo que tiene con tanta claridad como conoce lo que le falta.

La muerte se lleva todo lo que no fue, pero nosotros nos quedamos con lo que tuvimos.

Pedir perdón es humillante y no arregla nada. La solución no es pedir perdón, sino evitar los estallidos que hacen obligatorias las excusas.

Tengo la horrible sensación de que pasa el tiempo y no hago nada y nada acontece, y nada me conmueve hasta la raíz.

Contra el optimismo no hay vacunas.

Los odios vivifican y estimulan solo si es uno quien los gobierna; destruyen y desajustan cuando son ellos los que dominan.

Siempre ando de mal genio. Yo qué sé. Como si me sintiera incómodo conmigo mismo.

De dos peligros debe cuidarse el hombre nuevo: de la derecha cuando es diestra, de la izquierda cuando es siniestra.

En política latinoamericana la cosa no es poder ni querer sino joder.

Qué bueno que tengas el valor de ser distinto y no sucumbas al poder unánime.

En mi alma hay un pozo y en mi sangre hay un náufrago.

El dolor lo pone a uno exageradamente receptivo.

La infancia es a veces un paraíso perdido. Pero otras veces es un infierno de mierda.

De todas aquellas manos, la suya era la única que me transmitía la vida.

Te espero cuando miremos al cielo de noche: tú allá, yo aquí.

Me gustaría mirar todo de lejos pero contigo.

Si habito en tu memoria no estaré solo.

Una de las cosas más agradables de la vida: ver cómo se filtra el sol entre las hojas.

Ojalá que la espera no desgaste mis sueños.

Cada vez que te enamores no expliques a nadie nada, deja que el amor te invada sin entrar en pormenores.

Donde acaba tu boca, ahí empieza la mía.

Lo nuestro es ese indefinido vínculo que ahora nos une.

Lo cierto es que yo ignoraba que tenía en mí esas reservas de ternura.

Acá hay tres clases de gente: la que se mata trabajando, las que deberían trabajar y las que tendrían que matarse.

No vayas a creer lo que te cuentan del mundo, ya te dije que el mundo es incontable.

Algunas cosas del pasado desaparecieron pero otras abren una brecha al futuro y son las que quiero rescatar.

Sus labios eran una caricia necesaria, cómo podía haber vivido hasta ahora sin ellos.

Hay menos tiempo que lugar, no obstante, hay lugares que duran un minuto y para cierto tiempo no hay lugar.

Nunca pensé que en la felicidad hubiera tanta tristeza.

El amor es una palabra, un pedacito de utopía.

Porque tú siempre existes dondequiera, pero existes mejor donde te quiero.

Todos necesitamos alguna vez un cómplice, alguien que nos ayude a usar el corazón.

A veces me siento infeliz sin un motivo concreto.

La realidad es un manojo de problemas sobre los cuales nadie reclama derechos de autor.

Lo que más me gusta de vos es algo que no habrá tiempo capaz de quitártelo.

Se despidieron y en el adiós ya estaba la bienvenida.

Si el corazón se cansa de ver, ¿Para qué sirve?

Sé que voy a quererte sin preguntas, sé que voy a quererte sin respuestas.

Es lindo saber que usted existe.

Somos tristeza, por eso la alegría es una hazaña.

Cuando los odios andan sueltos, uno ama en defensa propia.

Quién lo diría, los débiles de veras nunca se rinden.

Fíjese que cuando sonríe se le forman unas comillas en cada extremo de su boca. Esa, su boca, es mi cita.

Y aunque no siempre he entendido mis culpas y mis fracasos, en cambio sé que en tus brazos el mundo tiene sentido.

Después de todo, la muerte solo es un síntoma de la vida.

Es casi ley, los amores eternos, son lo más breves.

Nacemos tristes y morimos tristes pero en el entretiempo amamos cuerpos cuya triste belleza es un milagro.

Tus ojos son mi conjuro contra la mala jornada.

Se es o no se es, no importa el día.

Que el dolor no me apague la rabia, que la alegría no desarme mi amor.

Retrato de Mario Benedetti en blanco y negro. Frases de Mario Benedetti.
Retrato de Mario Benedetti
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