Alguien es ejecutado.
Empujándose entre sí, bajo el andamio y el cuerpo aún tembloroso, personas impacientes esperan una cura. Aquellas personas con suerte, les cae sangre en las tazas que sostienen y tragan de inmediato el preciado líquido fresco y tibio.
La idea que la sangre pudiera curar la epilepsia fue recomendada por las altas autoridades médicas de Europa.
El uso de la medicina proveniente de un cadáver se dividía en dos formas:
- Carne seca y pulverizada de momias de cadáveres egipcios embalsamados.
- Grasa, sangre fresca y carne cuidadosamente tratada y secada de cadáveres más recientes.
Autoridades afirmaban que la mejor fuente de esta medicina, provenía de un “cadáver de hombre rojizo, entero, fresco sin tacha que tuviera alrededor de 24 años” y que hubiera sufrido una muerte violenta.
Otras fuentes curativas incluían cráneo humano, así como “usnea”, una especie de liquen que crecía en los cráneos tiempo después de su descomposición.
La “momia” se usó para tratar hemorragias o hematomas, y la sangre como el cráneo en polvo destilado, para curar la epilepsia.
Canibalismo durante el Renacimiento
El canibalismo viene derivado de las tradiciones médicas clásicas y árabes, fueron prácticas recomendadas por figuras educadas, como: Francis Bacon, filósofo protocientífico; John Donne, poeta y predicador; John Banister, cirujano de la reina Isabel; Robert Boyle, químico.
El canibalismo está ausente en la historia de la medicina. Sin embargo, para esa época, estaba lejos de ser una superstición o fraude.
Incluso en 1685, un tratamiento de gotas hechas de cráneo humano, se le administraron al moribundo rey Carlos II.
Desde finales del siglo XV, en Europa condenaron el “Canibalismo primitivo” de la América recientemente descubierta, pero, pocas personas se referían a la medicina del cadáver como práctica caníbal.
El canibalismo inspiraba malestar, pero era popular y lucrativa, comerciantes no solo robaban tumbas egipcias, sino que también vendían sustancias fraudulentas, que iban desde la carne de mendigos hasta de personas con lepra o camellos.
La medicina del cadáver sobrevivió hasta finales del siglo XIII, incluso, en Alemania todavía estaba disponible hace cien años.
El canibalismo era considerado buen fármaco
¿Cómo fue que prosperó esta propiedad curativa tanto tiempo?
La autoridad médica se fundamentó en el fuerte énfasis de los médicos de la autoridad clásica, el uso del latín y la monopolización de controles sobre esta práctica “legítima”, fueron factores importantes.
Según un viajero, en 1599, registró lo que había visto en una pirámide de El Cairo:
“excavaban diariamente cuerpos de hombres antiguos, no podridos sino todos enteros”, y eran “estos cadáveres, lo que los médicos y boticarios nos hacen tragar contra nuestra voluntad”.
Esta afirmación indica que los médicos tenían la suficiente autoridad para coaccionar a pacientes para que bebieran extractos de momias.
En 1647, Thomas Fuller, predicador y autor, se refirió a la momia como:
Buen fármaco pero mala comida.
Sin embargo, este proceso curativo no dependía de los poderes de la ciencia de la época, sino de la potencia religiosa o espiritual del cuerpo humano.
Medicina como fuerza vital espiritual
En el Renacimiento, se le atribuía al alma humana de ser responsable de los procesos fisiológicos fundamentales. El alma era inmaterial, pero estaba en el cuerpo y estaba unida a él, por finos espíritus vaporosos, formados de una mezcla de sangre y aire.
El alma circulaba dinámicamente por todo el organismo y se consideraba una especia de medio omnipresente explicativo de los procesos fisiológicos.
Los espíritus se veían como la esencia de la vitalidad humana, un medio que conectaba los mundos divino y material.
Muchos pensadores del Renacimiento, vieron en la medicina del cadáver una especie de alquimia que ofrecía la oportunidad de consumir una especie de fuerza vital y espiritual. Por eso, se bebía sangre fresca, porque el paciente se acercaba a tomar una sustancia activa de la vida.
“la sangre humana, bebida caliente y fresca, es benéfica contra la enfermedad”. Edward Taylor, ministro puritano, finales del siglo XVII.
En 1747, médicos ingleses recomendaban beber sangre humana “reciente y caliente” para la epilepsia.
La fisiología espiritual sostuvo el canibalismo
Según la receta de la “momia”, esta requería una persona joven, fallecida a raíz de una muerte violenta.
Esta persona habría muerto en un estado saludable, su vitalidad no se hubiese afectado por la edad o la enfermedad. Pero, su juventud se habría perdido si hubiera muerto por hemorragia, su espíritu vital se hubiera perdido con la pérdida de la sangre. Por lo tanto, no era cualquier tipo de muerte violenta; debía ser una que garantizase la no pérdida de sangre como: ahogamiento, estrangulamiento o asfixia.
La muerte violenta, además, producía miedo. La teoría sostenía que el miedo expulsaba a los espíritus de los órganos vitales a la carne y de ahí, se sostenía que ese tipo de carne era más potente.
Las momias egipcias, no deberían de albergar tanta vitalidad. Sin embargo, su carne intacta implicaba que esos cadáveres habían retenido de alguna forma sus espíritus, sellados por el proceso de embalsamamiento.
Incluso, se sostenía que el musgo de un cráneo muerto podría contener esa esencia espiritual. Pensadores afirmaban que, si un hombre era estrangulado, los espíritus de la cabeza permanecían atrapados en el cráneo hasta por 7 años.
La medicina de un cadáver significaba cosas diferentes
Para algunas personas, su posible tabú, se tomaba como una oportunidad para el comercio y la mercantilización, normalizada por la medicina occidental aprendida, la autoridad textual y el procesamiento técnico especializado.
Para otras personas, representaba un contacto con la esencia más sagrada del ser humano.
Fuente: historyextra