El escultor Gil Bruvel ha creado una serie de retratos anónimos creados en su mayoría por cientos de palos de madera. Estas esculturas, están pintadas además con colores degradados que acentúan los rasgos de los rostros.
El interés de Bruvel con la madera surgió por su padre, él era ebanista y le enseñó a su hijo habilidades de carpintería. Luego el artista pasó un tiempo en un taller de restauración donde profundizó conocimientos para trabajar con madera.
Gracias a los conocimientos y experiencia adquiridos, Gil Bruvel puede crear retratos rindiendo homenaje a su medio elegido.
Este artista utiliza una técnica de quema de madera llamada yakisugi que permite tratarla de forma natural. Esta técnica es empleada comúnmente en Japón y aporta un único color carbón a la madera, que luego es pintada en degradados de colores para hacer sentir emociones a quién la observa.
En palabras de Bruvel:
Al quitar la ceniza de la superficie, se expone el patrón acentuado de la veta de la madera. Esto me interesa en relación con el tema de los rostros, que son meditativos.
A través de sus esculturas de formas pixeladas y líneas curvas, el artista desea hacer sentir serenidad y paz a las personas que ven sus obras.