Las pequeñas esculturas de Marie Cohydon demuestran el increíble nivel de detalle de su técnica. Ella hace cosas que parecen imposibles de lograr en un espacio apenas mayor que la cabeza de un alfiler; por ejemplo, un tucán posa con el pico abierto mientras otro pájaro extiende sus alas.
Antes de trabajar la escultura y el tallado, la artista trabajó en diseño de joyería; actividad, que le permitió perfeccionar su técnica y realizar obras de arte a una escala inimaginable.
En palabras de Cohydon:
En realidad comencé a tallar en miniatura en cera de joyería, luego, naturalmente, usé un microscopio para ver mejor los detalles y pegar a mis sujetos. A partir de ahí, descubrí las posibilidades de la escultura en lo infinitamente pequeño.
La escala en la que trabaja, es parte de cómo ve el mundo. Cuando mira un insecto por ejemplo, se impresiona por su fragilidad, lo pequeño que es y sobre todo por su resistencia.
Trabajar milimétricamente es estar en otra dimensión: aceptar estar en la tormenta de los temblores (corazón, manos) y tornados (imperceptible soplo de aire sobre el polvo). Física; los materiales ya no se comportan igual en esta escala, todo se resquebraja, o se rompe, todo vuela cuando cortas, o intentas ensamblar. Haciendo y rehaciendo, ramita tras ramita, poco a poco, el pájaro hace su nido. Así es el universo del microescultor.
Te invitamos a observar sus obras comparadas con un grafito de lápiz como referencia. Este tiene cinco milímetros de alto y dos milímetros de ancho.